En el observador y su mundo volumen I, Rafael Echeverría expone el rol que le atribuye a su propuesta conocida como la ontología del lenguaje. La inscribe en un esfuerzo por ofrecer una interpretación del fenómeno humano liberada de las premisas metafísicas que, desde fines de la Antigüedad y muy particularmente en la Edad Media, devinieron hegemónicas y aún forman parte del sustrato de nuestro sentido común. En el Volumen II, Rafael Echeverría continúa con el desarrollo iniciado en el Volumen I sobre el observador, y examina el papel de las narrativas en los procesos de creación del mundo y de construcción del alma humana. En seguida se aborda lo que Echeverría designa como "Los diez ejes fundamentales del observador". A continuación, abre la reflexión sobre la importancia del sistema como condicionante, tanto del observador como de la acción. Este volumen concluye explorando la importancia del aprendizaje y la enseñanza como modalidades centrales de la transformación humana.